La cefalea es una
de las patologías de incidencia más elevada en los países occidentales y aunque
quede todavía mucho por conocer respecto a la patogénesis del dolor cefálico,
la identificación precisa del tipo de cefalea, mediante la recolección de una
anamnesis completa y la ejecución de un cuidadoso y objetivo examen general y
neurológico, puede proveer una base seria y eficaz con finalidad terapéutica.
En efecto, en base al mecanismo por el cual es inducido el
dolor, se distinguen cuatro tipos
principales de cefaleas. El vascular,
que comprendería las cefaleas causadas por una reacción anormal de las arterias
cerebrales, en particular una tendencia a la dilatación; el de la contracción muscular o músculo-tensivo, producido por la
persistente contractura de los músculos del cuello y de la cara; el inflamatorio y de tracción que incluiría todas las cefaleas secundarias a una
patología orgánica del cráneo y de sus componentes. Hay además un cuarto grupo,
representado por las neuralgias
craneales idiopáticas en las cuales no se evidencia ninguna modificación
patológica.
Alrededor del 8% de los pacientes afectados de cefalea
visitados por los médicos generalistas y otro 50% de pacientes examinados por
especialistas presentan una cefalea
vascular. Los principales ejemplos de cefalea vascular son representados en
la hemicránea y en la cefalea histamínica de Horton (cefalea en racimo).
La cefalea músculo-tensiva
es el tipo de cefalea más comúnmente observado por el médico generalista y está
generalmente relacionado con presencia de estrés, conflictos emocionales u
hostilidad reprimida, problemas que pueden no ser evidentes para el mismo
paciente.
La clave para llegar al diagnóstico de la cefalea reside en
un historial clínico completo que comprende la época de aparición de la
cefalea, la localización, la intensidad, la calidad, la frecuencia, la hora en
la cual se manifiesta y la duración, la presencia eventual de una historia
familiar. La presencia o ausencia de un aura, la naturaleza de cada síntoma
asociado y la persistencia de los síntomas neurológicos después de la
atenuación de la crisis también pueden ser útiles para la orientación del
diagnóstico.
Se han realizado estudios clínicos para evaluar la eficacia
analgésica y miorrelajante de la acupuntura frente al tuina en el
tratamiento de la cefalea vasomotora y la cefalea músculo-tensiva.
En el caso de la cefalea vasomotora, los síntomas que se
tomaron en consideración para observar la evolución eventual en el transcurso
de la terapia, eran, aparte de la propia hemicránea, el dolor retroocular, la
ptosis palpebral, el hinchazón y enrojecimiento palpebral, la miosis, la
inyección conyuntival, el lagrimeo, el enrojecimiento hemifacial, la
sudoración, la congestión nasal y la rinorrea. En el caso de la cefalea
vasomotora, los síntomas observados eran dolor de cabeza intermitente,
recurrente o constante, de localización variable, pero más frecuente en la
parte frontal y temporal, en la nuca o el cuello, sensación de constricción
alrededor de la cabeza, rigidez del cuello, dolor del cuero cabelludo, y
trastornos del sueño.
De los datos obtenidos en los estudios, se evidenció cómo en
el grupo de pacientes con cefalea vasomotora, la acupuntura tenía
un rol terapéutico significativamente (p<0.01) resolutivo y comparado con el
tuina más eficaz. Esto podría confirmar los datos neurofisiológicos que
han subrayado por vía experimental los efectos de la acupuntura sobre la
liberación de la serotonina y la inflamación y sobre el edema, dos de los
mecanismos bioquímicos implicados en la fase vasodilatadora de la hemicránea.
En los resultados de la terapia con MTC para la cefalea
vasomotora leve, se apreciaron resultados similares con el tuina y
la acupuntura, la desaparición completa de los síntomas y la completa
respuesta al tratamiento por parte de todos los sometidos al mismo.
Esto explica además el efecto mejorante del tuina,
con respecto a la acupuntura, y su acción sobre los dos factores locales
desencadenantes de la cefalea de contracción muscular, la artrosis
cervical y la contracción de los músculos paracervicales, y el sustrato
psicológico que se encuentra en la base de este tipo de cefalea, como la
depresión o la ansiedad.
De todo esto emerge claramente, por ser nuestros datos en
curso de continua revisión y ampliación, tanto a nivel curativo o
sintomatológico que las técnicas terapéuticas de MTC ocupan un papel
insustituible en el tratamiento de estas dos tipos de cefalea, si se compara
con las terapias fisioterapéuticas y farmacológicas además de tener una mejor
eficacia, resultando ser también una terapia de mejor seguimiento por parte del
paciente y con menos efectos colaterales asociados.
Fundación Europea de MTC
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